El siempre inquietante -y polémico- cuadro El origen del mundo, con el que el artista francés Gustave Courbet se desmarca de la genealogía de desnudos femeninos para mostrar en primer plano una vulva con toda su potencia erótica, es el hilo conductor de una retrospectiva que el Centro Cultural Pompidou-Metz dedica al psicoanalista Jacques Lacan para explorar la confluencia entre arte y psicoanálisis a través de un centenar de documentos y 350 obras que llevan las firmas de Velázquez, Zurbarán, Magritte, Dalí y Sophie Calle, entre otros.
El arte fue para Lacan el estímulo y motivo para desplegar una persistente labor coleccionista que lo volvió portador de un acervo refinado -en el que sobresalió precisamente la obra de Courbet que atesoró hasta su muerte-, pero también fue un disparador para las indagaciones que dieron lugar a sus célebres seminarios, formulados en torno a cuestiones como el poder, el sexo, el amor, la identidad y el género. “El arte precede al psicoanálisis”, aseguró alguna vez el pensador fallecido en 1981, quien interpelado por la creación artística mantuvo vínculos con artistas de vanguardia como Salvador Dalí, André Masson, Georges Bataille, Pablo Picasso y Dora Maar.
Muchos de los intercambios con ellos proveyeron parte del marco simbólico que abasteció sus exploraciones sobre la subjetividad y son ahora soporte de la muestra Cuando el arte se encuentra con el psicoanálisis, que pone en diálogo casi un centenar de textos con obras de unos 350 artistas que llegan hasta la actualidad con la francesa Sophie Calle o el italiano Maurizio Cattelan, autor de la célebre pieza Comediante, que consistió en una banana pegada a una pared, presentada por primera vez en Miami Art Basel 2019.
La exposición, curada por los historiadores de arte Marie-Laure Bernadac y Bernard Marcadé en colaboración con los psicoanalistas Gérard Wajcman y Paz Corona, abre con un video de 1974 que muestra la única intervención televisada de Lacan, invitando a los visitantes a entrar a una reconstrucción de su despacho, decorado con una alfombra roja. Los curadores enfatizan que el psicoanalista percibía las obras de arte como “objetos deslumbrantes”, imbuidos de la cultura visual y artística de su tiempo: según señala Paz Corona a AFP, Lacan, también poeta y erudito en literatura, fue un “pensador visionario” y un “gran curioso, amigo del arte”.
El recorrido temático de la exposición invita a explorar y apreciar sus conceptos clave como la mirada o el cuerpo fragmentado y pone en diálogo obras antiguas comentadas por el pensador durante sus seminarios con creaciones contemporáneas que resuenan en trabajos como El escenario del espejo o El nombre del padre. Si bien el recorrido promete piezas de indiscutido magnetismo, la protagonista de la exposición es por lejos El origen del mundo, la obra que Courbet pintó en 1866 y que fue restada ahora al Centro Pompidou-Metz por el Museo de Orsay de París.
Ésta fue comprada por Lacan en 1955 junto a su compañera de entonces, Sylvia Bataille, de la que se había enamorado 13 años antes. El pintor André Masson, cuñado de ella, fue el ideólogo del Panel de la máscara, que permitió ocultar provisoriamente ese pubis descarnado que ocupa el centro de la obra, “este sexo que no deberíamos ver pero que nos mira”, lo define una de las curadoras de la muestra, Marie-Laure Bernadac.
La obra que representa en primer plano los genitales femeninos y que generó a lo largo del tiempo múltiples litigios y polémicas -entre ellas las que obligaron a Facebook a indemnizar a una usuaria que había sido censurada por usarla como foto de perfil- fue exhibida muchas veces oculta detrás de una cortina, hasta que en 1995 el Museo de Orsay -al cual fue donada por la familia del psicoanalista tras su muerte- decidió exponerla sin obstáculos en una sala apartada, donde permanece hasta hoy custodiada atentamente por un guardia de seguridad.
Aunque parezca lo contrario a priori, la muestra no está consagrada a públicos eruditos. El propósito de los curadores es guiar a visitantes no necesariamente impregnados en el lenguaje psicoanalítico por algunas de las nociones que Lacan utilizó en sus teorías, como el concepto de lalangue (lalengua), para definir la naturaleza del lenguaje y la comunicación. Más allá de un viaje semiótico, los visitantes también se enfrentarán con la conexión del poder y sus estructuras: podrán comprender la noción de deseo, que aparece representada con objetos variados como pechos, fragmentos de cuerpos y voces, los cuales adquieren un nuevo significado por medio de las teorías del francés.
“El arte le sirve a Lacan para hacer ver sus conceptos”, dice Paz Corona. Un ejemplo elocuente es Nightingale Palisade (1997) de Raymond Hains, que ilustra los juegos de palabras y de ingenio que se propagan a lo largo de la exposición. Muchos otros conceptos lacanianos, como el falo o el excremento también, están representados, así como su famosa formulación “No hay relación sexual”, representada explícitamente en la escultura Lo imposible III, de Maria Martins (1946).
Las ideas de Lacan, junto con el trabajo realizado por otros críticos como Roland Barthes, Jacques Derrida, Michel Foucault y Gilles Deleuze, son esenciales para entender la modernidad. Sin embargo, el pensamiento del psicoanalista no había sido tomado en cuenta hasta ahora por muchos museos, pese a la cercanía que tenía con el arte. La exposición que el Pompidou-Metz presenta hasta el 27 de mayo pretende saldar esta deuda.
Fuente: Télam S. E.