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6 DE AGOSTO DE 2021 | DEL ESTUDIANTE AL QUEHACER PROFESIONAL

La experiencia de las prácticas pre-profesionales

En los últimos años la problemática del acoso escolar despertó un notable interés, tanto en la opinión pública como en el ámbito académico, planteando nuevos desafíos para su identificación, comprensión y prevención.

Por María Delfina Salvatierra, Magalí Otero Signorelli
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La manifestación de acoso en el ámbitoescolar representa una preocupación dada su magnitud e incidencia para los sujetos implicados, sus familias y la propia escuela. Según estudios a nivel mundial (UNESCO, 2019) casi uno de cada tres estudiantes ha sido intimidado en el mes pasado. Existen diferencias significativas en la prevalencia y frecuencia de bullying entre regiones: la proporción de estudiantes que informan haber sido acosados es más alto en África subsahariana (48,2%), África del Norte (42,7%) y Oriente Medio (41,1%), y es más bajo en Europa (25%), el Caribe (25%) y Centroamérica (22.8%).

En América Latina, Herrera López, Romera y Ortega Ruiz (2018) reportan prevalencias de bullying entre 20% y 30%, (29.31% de media por datos agrupados). Los autores refieren que esta prevalencia es cercana a las informadas para Europa y Estados Unidos (29,2%). Esta comparación de las prevalencias sugiere que es posible que existan dinámicas similares en el desarrollo y ocurrencia del bullying, a pesar de las distancias geográficas, idiomáticas y culturales.Por otro lado, no es suficiente abordar la temática desde una perspectiva que contemple sólo variables de índole individual, como si el acoso dependiera sólo de éstas, sino que requiere de una participación conjunta de los diferentes contextos y de una comunicación entre ellos. Bronfenbrenner y Ceci (1994) plantean en su teoría bio-ecológica una concepción del desarrollo humano como un fenómeno de continuidad y cambio de las características bio-psicológicas de los seres humanos, tanto de los grupos como de los individuos; proceso que deriva de las características de las personas y del ambiente, tanto el inmediato como el remoto.Acoso entre paresEn el acoso entre pares concurren una víctima indefensa acosada y uno o varios agresores con la intencionalidad de provocar daño, estableciéndose entre ambas partes una desigualdad de poder; se produce con periodicidad y persistencia a lo largo del tiempo (Garaigordobil y Oñederra, 2010). La conducta de acoso se expresa de diferentes maneras, sea a través de manifestaciones física, verbales o psicológicas, sea excluyendo o aislando al sujeto. Implica una dinámica entre adolescentes que asumen diferentes roles, en determinadas circunstancias, y configuran una escena compleja en interacciones. Se trata de un fenómeno de naturaleza grupal, que involucra la relación diádica entre el agresor y la víctima, en un contexto grupal en el que está inserta, en el que los espectadores juegan un papel crucial para el inicio y sostenimiento del acoso (Salmivalli y Peets, 2010); cuando un grupo de alumnos se interrelacionan a partir del acoso hacia un compañero actúan mecanismos sociopsicológicos como el contagio social, laresponsabilidad difusa, fallas en el control e inhibición de tendencias agresivas, y cambios cognitivos en la percepción del acoso (Olweus, 2006).La incidencia del género, edad y titularidad de la escuela ha sido motivo de investigación. En relación al género, según la UNESCO, la prevalencia del bullying es similar en los varones (31.7%) y mujeres (29.3%). Los varones asumen más el rol de agresores (Cardozo, Dubini, y Lorenzino, 2017; Garaigordobil Landazabal, Mollo Torrico y Larain Mariño, 2018; Garcés Prettel, Santoya Montes y Jiménez Osorio, 2020) y reportan más frecuentemente haber sido agredidos de forma física mientras las mujeres refieren con más frecuencia haber sido víctimas de agresión psicológica y sexual (UNESCO, 2019). Otros estudios encuentran que los varones prevalecen sobre las mujeres en ambos roles: víctima y agresor, son ellos quienes al mismo tiempo más ejercen violencia con sus pares y más la reciben (Sánchez Zafra, Zagalaz Sánchez y Cachón Zalagaz, 2018).En referencia a la edad, se halló que los más jóvenes tendían a informar más el rol de víctima de bullying (Cardozo, et al., 2017; Pérez Vallejo, 2017; UNESCO, 2019.), mientras que los mayores, el rol de observador de ambas conductas. (Cardozo, et al., 2017). Nieto Campos, Pino Juste, y Domínguez Rodriguez (2017) informan más manifestaciones de violencia en la edad de 14 a 16 años.Así mismo, en cuanto a la relación del acoso escolar con la titularidad de la escuela, algunas investigaciones encuentran que las manifestaciones de acoso escolar son similares en escuelas públicas y privadas (Garaigordobil, Martínez-Valderrey, Páez y Cardozo, 2015; Sánchez Zafra, et al., 2018). Mientras tanto, Nieto Campos, et al. (2017) refieren más manifestaciones de violencia en las escuelas públicas.Clima FamiliarEl clima familiar implica aspectos como la vinculación con cada integrante, la posibilidad de contar con ellos en diversas situaciones y problemas, la presencia de discusiones y episodios de violencia física o verbal (Kornblit, Adaszko, Mendes Diz, Di Leo y Camarotti, 2008).Los trabajos sobre la temática revelan que el clima familiar juega un papel importante en la aparición de acoso entre pares. Este fenómeno se asocia con un ambiente familiar negativo que se caracteriza, entre otras dimensiones, por los conflictos familiares, violencia doméstica, experiencia de maltrato y humillaciones (López Hernáez, 2019; Machimbarrena, González Cabrera y Garaigordobil, 2019; Simón Saiz, et al., 2019).

Así mismo, la falta de integración o disfunción familiar, el bajo afecto o apoyo parental (López Hernáez, 2019; Machimbarrena, et al., 2019; Miranda Ayala, Oyanedel y Torres, 2018) son factores familiares que inciden en la participación de los hijos en situaciones de acoso entre pares. Por otro lado, los estudios refieren la asociación del acoso entre iguales con problemas de comunicación al interior de la familia (Garcés Prettel, et al., 2020; López Hernáez, 2019; Machimbarrena, et al., 2019; Romero Abrio, Musitu, Callejas Jerónimo, Sánchez Sosa y Villareal González, 2018; Romero Abrio, Villareal González, Callejas Jerónimo, Sánchez Sosa y Musitu, 2019), así como con la limitada autonomía o excesivo control parental (López Hernáez, 2019; Machimbarrena, et al., 2019)Finalmente, López Hernáez y Ramírez García (2017) concluyen que los estilos democráticos parentales inciden altamente en el bajo porcentaje de acoso escolar; y Machimbarrena, et al. (2019) refieren que resultaron factores protectores: padres/madres democráticas, equilibrados, sin conflictos domésticos, cohesión familiar, interacciones de calidad, fácil comunicación padres-hijos, padres/madres apoyan a sus hijos, son cercanos y fomentan el apego seguro.Clima escolarEl clima escolar se define como las “percepciones que los sujetos tienen acerca de las relaciones interpersonales que se establecen en el contexto escolar y el contexto o marco en el cual estas interacciones se dan” (Kornblit, et al. 2008, p. 44)Las investigaciones sobre la temática arrojan que el acoso entre pares se asocia con la presencia de un ambiente escolar negativo que se caracteriza, entre otros aspectos, por la percepción de inseguridad por parte del estudiante (Valdés Cuervo, Tánori Quintana, Sotelo Quiñonez y Ochoa Arreola, 2018) y por un clima conflictivo (Moratto Vásquez, et al., 2017). Así mismo, los estudios demuestran que el poco apoyo social en la escuela (Miranda Ayala, et al., 2018), la influencia negativa de los profesores (Miranda, Oriol, Amutio y Ortúzar, 2019) y las prácticas docentes de no intervención en situaciones de violencia (Simón Saiz, et al., 2019; Valdés Cuervo, Martínez Ferrer, Alonso y Martínez, 2018; Valdés Cuervo, et al. 2018) contribuyen a la aparición de la conducta de bullying.Además, en el ámbito escolar, el acoso entre pares se asocia con las limitaciones para informar y pedir ayuda por parte de los alumnos (Mantero Carretero y Cervelló Gimeno, 2019), así como con la falta de claridad en las reglas y actitud positiva hacia la transgresión de normas sociales (Mantero Carretero y Cervelló Gimeno, 2019; Romero Abrio, et al., 2019).Por otro lado, se ha demostrado que la comunicación del profesor orientada a generar disciplina en los alumnos y hacerles ver la importancia de estudiar y aprender, predicen la disminución de los comportamientos agresivos entre adolescentes y la victimización (Garcés Prettel, et al., 2020). En esta línea, Simón Saiz et al. (2019) sostienen que se propicia el acoso, cuando en la escuela se produce una pérdida de conductas prosociales, así como una falta de respeto entre los integrantes de la comunidad, Atentos a estos antecedentes el presente estudio se realiza en las escuelas públicas y privadas de nivel secundario de la ciudad de Córdoba y centra su mirada en una perspectiva ecológica, privilegiando la escuela y la familia como ámbitos que inciden en su manifestación. Se plantea como objetivos analizar si existen diferencias en función del género, el clima escolar y familiar, la gestión de la escuela (pública-privada) en acoso entre pares. Determinar la asociación entre la conducta de acoso entre pares y el clima escolar y familiar.

DISCUSIONES, CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

El acoso entre pares es un problema que sufren cada vez más los adolescentes escolarizados, por lo que es una realidad que no puede ser ignorada y tiene que ser abordada. Los resultados demuestran que en las escuelas privadas los varones asumen más el rol de agresores y presentan mayores niveles de consistencia disciplinar; y las mujeres presentan mayores niveles de implicancia parental, resolución de conflictos y contención institucional. En las escuelas públicas los varones asumen más el rol de agresores, y las mujeres asumen más el rol de observadoras, presentan mayores niveles de implicancia parental y contención institucional. En esta línea los resultados referidos al género son coincidentes con los estudios de Garaigordobil Landazabal,et al., (2018) y Garcés Prettel, et al., (2020) los cuales señalan una mayor proporción de varones en el rol de agresores; los últimos autores encuentran que la comunicación que los adolescentes tienen con sus padres y profesores presentaron diferenciasasociadas al género: las mujeres fueron más propensas que los varones a recibir ofensas por parte de sus padres y a tener un nivel de comunicación más bajo con sus docentes. Por otro lado, en relación a la titularidad de la escuela no se encontraron otras investigaciones que relacionen esta variable con el clima familiar y escolar.Las variables del clima familiar que mostraron relación con las conductas de bullying son resolución de conflictos, la relación con los padres y la presencia y frecuencia de agresión en la familia. La dificultad para resolver conflictos al interior de la familia aumenta la probabilidad de que se presenten conductas de acoso.Con respecto a la relación con los padres diversos estudios encuentran asociación con la aparición de conductas de acoso. López Hernáez (2019) refiere que el bajo afecto parental y limitada comunicación son factores que influyen en que los hijos asuman el rol de acosador. Según Machimbarrena, et al. (2019) las víctimas de acoso tienen padres que ofrecen bajo apoyo/atención parental o sobreprotección, además con ellos la comunicación es pobre y realizan muchas críticas; mientras los agresores en el vínculo con los padres experimentan rechazo, crítica y poco afecto parental. Por último, Miranda Ayala, et al. (2018) muestran que el apoyo de los adultos en la familia mitiga la relación negativa entre la victimización y la satisfacción con la vida.Por otro lado, en relación a la presencia de agresión en la familia se halla asociación con la aparición de conductas de acoso. Los resultados coinciden con investigaciones que señalan que la probabilidad de conductas de bullying aumenta cuando aumenta la frecuencia de escenas violentas en la familia (De Oliveira, et al., 2018). De igual modo López Hernáez (2019) y Simón Saiz, et al. (2019) encuentran que los alumnos que experimentan maltrato y humillaciones en la familia se involucran más en episodios de acoso. Así mismo, según Machimbarrena, et al. (2019) en los hogares de alumnos agresores existe violencia doméstica.Lasvariables del clima escolar que mostraron relación con las conductas de bullying son el compromiso docente y el buen trato docente. Cuando el compromiso docente es escaso y el trato que el profesor tiene es malo o inadecuado, aumenta la probabilidad de aparición de manifestaciones de bullying. Estos resultados ponen de manifiesto la importancia de la figura del docente, tal como lo refieren otros estudios. Miranda, et al. (2019) encuentran que el apoyo brindado por los adultos en la escuela favorece que los adolescentes que padecen una alta prevalencia de victimización puedan mantener niveles superiores de satisfacción con la vida. Otros estudios muestran la relevancia de la intervención del profesor frenando el acoso para reducir su prevalencia (Simón Saiz, et al., 2019; Valdés Cuervo, Martínez Ferrer, et al. 2018; Valdés Cuervo, Tánori Quintana, et al., 2018).En conclusión, como se ha observado, para la prevención de conductas de acoso entre pares resulta esencial atender al clima escolar y familiar, sin diferenciar género, edad, y gestión de la escuela. En consecuencia, esta problemática requiere de una atención especializada que prevengan su aparición y mitigue sus efectos. En este sentido se destaca el papel de los adultos (padres y docentes), ya que la relación con ellos y el trato que dispensan, en caso de no ser adecuados o presentar violencia, sea física o verbal, favorecen que los adolescentes se involucren en la escena del acoso entre pares. Por lo tanto, resulta fundamental involucrar a padres y docentes en la prevención del acoso, apuntando a mejorar los vínculos y promover una convivencia más armoniosa.

Artículo publicado en: Vol. 5 Núm. 4 (2020): IV Congreso Internacional de Psicología “CIENCIA Y PROFESIÓN”: Desafíos para la construcción de una psicología regional.

Autoras: María Delfina Salvatierra, Magalí Otero Signorelli

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