Abordar el tema de la pulsión supone adentrarnos en los fundamentos de nuestra práctica, en los de nuestra concepción del ser hablante y del sujeto del inconsciente, lo que llevó a Lacan a incluir a la pulsión dentro de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
Un terreno que Freud calificaba de especulativo, y como perteneciente a lo que consideraba como el campo de ‘nuestra mitología’, la mitología de los psicoanalistas. Lacan no se demuestra tampoco demasiado solemne al evocar a su respecto la figura de un collage, una
instalación surrealista, un montaje capaz de poner en conexión elementos que se revelan heterogéneos entre sí. Esos elementos son, ni más ni menos, los cuatro componentes freudianos de la pulsión: el Drang, el empuje, la perentoriedad de una fuerza constante; el Ziel, la mira, la finalidad, que no es otra que su propia satisfacción; el Objekt, el objeto, lo más variable, indistinto, intercambiable; la Quelle, la zona erógena corporal, su estructura de borde, fuente a la vez de excitación y de satisfacción. De manera que la pulsión es identificada por Lacan a su propio circuito, un recorrido incesante, un tour que encuentra su fuente en un pedazo del cuerpo y que, en su giro de retorno contornea un vacío al que toma por objeto (el objeto que ocupa ese vacío necesario es contingente) y que, tal la trayectoria de un boomerang, se satisface al regresar al inicio. El psicoanálisis tropieza así, en el fundamento de la existencia sexuada capturada en la trama del lenguaje, con un circuito apremiante, repetitivo, reiterativo, circular, un dispositivo autónomo y parcial que se realimenta en forma incesante, un mecanismo francamente perturbador.
Los artículos de este número no dan, seguramente, una respuesta acabada a todas las cuestiones que nos plantea el objeto-falta, el objeto-vacío de la pulsión, pero sí tienen el mérito de dar testimonio de las expresiones de su presencia en la clínica cotidiana, y de aquellas manifestaciones que, por no adquirir un estatuto verdaderamente sintomático, nos llevan a pensar en una clínica cultural de la vida cotidiana.
(De la editorial, por Mario Pujó)
Indice:
Editorial «Los objetos pulsionales»
LA PULSIÓN Y ‘SU’ OBJETO
Estrago materno. Amor y odio , por Graciela Sobral
Encopresis y erotismo anal, por Silvina Gamsie
Narcisismo y objetos pulsionales, por Mónica Arias, María Celia Busignani, Agostina Calamari, María Laura Pons Estel, Vanesa Bonavita, Carolina Barrionuevo
Voz y resonancia en el análisis, por Ana Lanfranconi
Afonía, por Mario Pujó
La pulsión invocante, por Belén del Rocío, Moreno Cardozo
Misceláneas pulsionales. (Se toca, se huele, se teme, se derrumba, se oye), por Cynthia Eva Szewach
La mirada del ser hablante no es la de un dron, por María Manuela Cámara Chave
Culos, por Philippe Sollers
Apuntes sobre lo siniestro en Freud, por Jorge Alemán
Medias de seda y lo femenino como mercancía, por Lidia Ferrari
Economía y política de goce. Acerca de dos modelos económicos, por Marta De Giusti y Norberto Lloves
La pulsión de Freud a Lacan, por Iván Álvarez
Pulsión: una casa entre tanto almacén, por Gabriela Insua
La pulsión y el objeto, por Daniel Paola
Cuerpo y pulsión. La resonancia no es el eco, por Diego Zerba
Tecnología reproductiva y subjetividad, por Vivian Berwald
Volver, por Horacio G. Martínez
El objeto en «Historia del guerrero y de la cautiva», por Julio Moscón
Salvar al objeto, por Roberto P. Neuburger
Pulsiones y destinos de niñez, por Walter Gutiérrez
Función de una épica en psicoanálisis, por Demetrio Dermirdyian
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