Sea cual fuere el campo en el que trabajemos no podemos obviar estos interrogantes. No se puede avanzar a ciegas sin haber encarado el por qué, desde dónde y hacia dónde nos dirigimos. Es imprescindible descubrir y explicitar los modelos desde los cuales interpretamos, lo que nos impone una incursión crítica ineludible.
En esta era posmoderna con demandas de urgencia, de brevedad y de simplificación el psicodiagnóstico no podía escapar a las mismas. Es así que nos sentimos empujados a buscar las técnicas que puedan responder a ello. Se nos conmina a disponer de instrumentos ágiles y eficaces en este frenesí de un quehacer pragmático. Pero las herramientas se enhebran con la teoría y la ideología inevitablemente.
El neoliberalismo que nos encuadra como ideología, abarca toda la realidad. Propone una concepción de ciencia de un determinado modelo llamado ciencias exactas. Según esto, lo real es lo cuantificable y las dimensiones cualitativas son negadas o simplemente ignoradas. Él se sustenta en el concepto de objetividad del que se encuentra desterrada la categoría del sujeto. Eficacia y objetividad son los únicos criterios de racionalidad; la racionalidad de la acción humana es interpretada como orientada a fines y no como orientada a valores. Considera que sólo los enunciados prácticos pueden ser justificados científicamente y que los enunciados valorativos relacionados a la ética no son susceptibles de justificación ni científica ni racional.
Psicodiagnosticar es ocuparse de la diferencia. El psicodiagnosticador – inevitable observador participante – comprometido en su subjetividad, elige y se especializa, selecciona y recorta desde su selectividad. A la vez que se proyecta a sí mismo en la elección de las herramientas.
Atravesamos el pasaje a nuevos paradigmas: ha caído el paradigma que antes nos sustentaba de certeza y objetividad. Cada vez más se hace evidente la contingencia, la indeterminación, el azar y la ambiguedad. Un mundo se derrumba y despierta el mundo de la imagen y la virtualidad adquiriendo nuestra comunicación insospechadas posibilidades.
Kuhn sostiene que un paradigma es una manera de pensar, de ver la realidad y de construir un conjunto de valores que orientan nuestra “construcción” de la realidad. En este mirar la realidad se ven ciertas cosas y se recortan otras.
Estos cambios explican la convivencia de enfoques y perspectivas diferentes y contrapuestas con basamentos incompatibles.
En el Psicodiagnóstico conviven las técnicas proyectivas con las psicométricas y con los inventarios; las sustentadas en la estadística no equivalen a las que se apoyan en lo interpretativo de acuerdo a un cuerpo teórico – clínico. La técnica no es ajena ni indistinta de una postura a otra. No se pueden superponer diversas posiciones indiscriminadamente.
La práctica clínica ilustra la frecuencia de los desacuerdos en cuanto al diagnóstico; los criterios empleados no son uniformes.
En Rorschach existe una divergencia entre las clasificaciones lo que indica la insuficiencia de todas ellas, empujando a los autores a integrar y complejizar la mayor cantidad de variables; tarea inútil si se dejan de lado el conjunto de matices que acompañan los contenidos y las particularidades de la gramática de la enunciación. No es sino a través del discurso y del cómo es dicho que se podrán detectar las distinciones más finas.
Ninguna respuesta de los tests representa en sí misma un sentido que le sea propio; no existe equivalencia unívoca entre un contenido y una interpretación: ésta depende de la configuración propia de una organización de la personalidad. De lo contrario se caería en un pensamiento mecanicista; los contenidos son inseparables del conjunto del discurso, no responden a un solo sentido concreto.
En Rorschach cada respuesta cobra sentido de acuerdo al contexto. Tampoco es válido basarse en significaciones aisladas montadas sobre la clasificación, ni tomar universalmente el sentido de cada lámina.
El análisis de fondo (interpretativo) se une al análisis del discurso como forma. Una cosa es el contenido y otra su formulación, la que puede ofrecer alteraciones lógicas.
El análisis de fondo (contenido) es inseparable del análisis de la forma (discurso). Esto pone en evidencia la naturaleza polisémica de todo discurso siendo un enfoque indispensable en la interpretación de los tests proyectivos.
La interpretación supone una función de ligazón consistente en el establecimiento de una red entre las múltiples observaciones, de tal modo que permita introducir la dimensión metapsicológica en lo que de inicio podría parecer un simple análisis semiológico.
Los autores de la Escuela Suiza de Psicodiagnóstico ubican sus investigaciones desde una perspectiva psicoanalítica, junto a los autores que sostienen la noción de estructura de personalidad en el sentido de una organización de base permanente, articulada alrededor de 3 ejes: un modo de relación de objeto, un tipo de angustia específica y particulares mecanismos de defensa.
Del lado opuesto están los autores que se basan en la frecuencia estadística y no en un análisis cualitativo; para esta modalidad clásica es la cantidad de signos patológicos lo que importa. Método que tiene un carácter fundamentalmente reductor según la Escuela Suiza, ofreciendo una diferenciación grosera entre las patologías. Los porcentajes y la clasificación tradicional han desembocado en la creación de un lenguaje artificial, cuya relación con el funcionamiento psíquico resulta – para los Suizos – arbitraria.
Es dentro de este escenario y respaldados en muchos años de administración de Técnicas Proyectivas - concientes de las diferencias y de las discrepancias - que nos ubicamos en el análisis del Rorschach y del Zulliger desde el discurso sustentado en la Teoría Psicoanalítica.