Las personas establecemos vínculos continuamente con otros seres humanos, pero también lo hacemos respecto de animales y objetos de nuestra pertenencia, incluso de objetos ideales como pueden ser nuestras creencias.
Ahora bien, el carácter propio y particular de dichas relaciones o vínculos se ajusta a un patrón específico para cada persona con ciertas variantes generales.
Si analizamos estos patrones particulares de relacionarnos, podemos encontrar que existen formas típicas de vincularnos que funcionan como modelos de conducta.
Estos modelos, vamos aprendiéndolos a lo largo de la temprana infancia y si bien al principio nos ayudan para conducirnos en el medio en el que nos desarrollamos, luego con el advenimiento de la adultez nos van dejando marcas que se manifiestan en forma de carencias, que influyen en nuestras relaciones y decisiones cotidianas.
Las Cuatro Carencias Básicas son: Carencia de confianza; carencia de aceptación; carencia de amor y carencia de seguridad.
Cuando sentimos que no podemos pedir nada pero porque nadie puede hacer las cosas como nosotros, que en realidad lo que sucede es que los demás quieren perjudicarnos, y pensamos que lo que nos sucede cuando nos quedamos solos es que o la gente es mala o tonta o deshonesta o etc., etc., y no soportamos la más mínima negativa u oposición y somos intolerantes con las opiniones divergentes y las costumbres que difieren de las propias, entonces es seguro que nuestra carencia básica es la de aceptación.
Pero es importante saber que estas carencias pueden ser revisadas - esa es la intención de este trabajo - ya que también poseemos mensajes en nuestra mente que nos brindan recursos para salir adelante. La tarea es entonces reconocer esos mensajes y reforzarlos con el objeto de neutralizar la influencia de estas carencias sobre nuestra conducta para llevar una vida mejor y realizarnos a través de nuestras metas.
En este caso nos ocuparemos preferentemente de las relaciones de pareja, o mejor, de la incidencia de las carencias básicas en la elección de pareja y sus vicisitudes.
Las formas en las que se establecen las parejas son diversas y según el punto de vista del observador, se pueden realizar innumerables interpretaciones y enfoques acerca del cómo y el por qué dos personas se unen y deciden formar una pareja.
En la pareja es muy importante el amor, ya que el amor permite captar en el otro la verdadera esencia despojada de lo contingente. El amor permite "ver" los valores en el otro y es a través de estos valores que podemos cuestionarnos nuestro proyecto de vida, y por ende el de la pareja que queremos formar y la familia que queremos instituir.
Sin embargo no sólo contamos con nuestros valores, sino también con nuestra historia. Esto es que al formar un vínculo, una unión, también actúan todos aquellos aspectos que conforman la personalidad inmanente y que esperan una canalización o respuesta o satisfacción a través de la misma.
La forma en que aparecen estos aspectos de la personalidad son principalmente a través de las crisis de crecimiento, y lo que denuncian generalmente estas crisis son "carencias".
Según mi punto de vista, las carencias son núcleos complejos de la personalidad que redundan en una estructura con características y dinámica propia. Las carencias denotan una caracterología especial con sus características correspondientes, según la carencia de que se trate.
Esta caracterología vincular es una herramienta útil no sólo para el tratamiento de parejas, sino que se puede extender a las relaciones entre padres e hijos, hermanos, laborales y todo tipo de unión entre dos o más personas.
* ¿Qué es una carencia?
Es la falta parcial de un recurso que no se pudo desarrollar o estimular durante el crecimiento, en el período óptimo para su manifestación.
* ¿Cómo se incorporan los recursos?
A través de la enseñanza, principalmente por la acción (modelo) de las personas significativas de nuestra infancia: padres, maestros, hermanos mayores, personajes de ficción, líderes, etc.
* ¿Estos recursos pueden desarrollarse durante la adultez?
Sí, los recursos pueden desarrollarse y las carencias pueden neutralizarse, pero sin olvidar que son una lección de vida que debemos aprender y que éstas nos indican el camino de una misión trascendente en la vida.
Las cuatro carencias básicas para los vínculos son: confianza, aceptación, amor, seguridad.
Aceptación
Este tipo de carencia se identifica en personas que han tenido que responder a las expectativas de los demás para ser tenidos en cuenta y llegado a la conclusión que eran queridos más bien por lo que hacían que por lo que eran; llevándoles esta idea (o realidad) a prescindir de la ayuda de los demás, postergar sus necesidades o la expresión de emociones, deseos o necesidades.
Son personas que tratan de ponerse en ventaja con respecto a los demás, quieren demostrar que son los mejores, los más capaces, que "siempre tienen razón y nunca se equivocan".
Esta idea se va desarrollando en forma compleja, pero no es difícil de detectar, principalmente si se observa que un niño es rechazado por no cumplir ciertas expectativas, o bien por alguna razón llega a la conclusión de que es importante que se destaque en algo para ser tenido en cuenta por las personas significativas de su entorno durante los primeros años de vida, o también pudo ser que durante esta etapa en su entorno familiar no había mucho espacio para la divergencia y las cosas se hacían de un solo modo, o había que destacarse del resto, o se le adjudicaba una responsabilidad especial por ser el “hombre” o el “mayor”, etc.
De este modo se aprende que las cosas se hacen de una sola manera y es como las hace él mismo. No tolera equivocarse, pero tampoco tolera las equivocaciones ajenas, es excesivamente crítico con los demás pero también consigo mismo, de este modo se va desarrollando un carácter rígido que lo convierte en alguien con poco sentido de la adaptabilidad y con pocas opciones.
La repercusión más importante a nivel social es que se generan vínculos de rechazo; de tal manera que o bien rechazará gente de su entorno o será (o sentirá ser) rechazado por los demás, en este punto se desarrolla una visión paranoide o perseguida de la realidad ya que siempre se tenderá a pensar que la culpa o responsabilidad de las situaciones están afuera, la tienen los demás: son los demás los que lo rechazan por algún rasgo especial y tiende a rechazar a las personas que considera que “están mal” o “no sirven”.
Es muy difícil sentirse identificado con esta actitud ya que las personas como las que se describe no se ven a sí mismos de este modo, aunque se puede probar a través de distintas reacciones y dolencias que acompañan y son características de esta posición existencial: