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13 DE DICIEMBRE DE 2016 | IMPLICANCIAS Y TRATAMIENTO

El impacto emocional de diagnóstico de cáncer

Cuando se recibe el diagnóstico de una enfermedad potencialmente mortal como es el cáncer, el mismo no sólo afecta al sujeto que es diagnosticado, sino que el impacto, alcanza a diferentes esferas de su vida.

Por Lic. Carla E. Korol
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Los sentimientos que suelen aparecer luego de ser diagnosticado de cáncer suelen ser variados tales como incredulidad, miedo, ansiedad, culpa, tristeza, pena, depresión, ira, entre otros.

Aceptar el diagnóstico y descubrir lo que el cáncer significará en su vida es un desafío tanto para el paciente, como para las personas que lo acompañaran durante el proceso de la enfermedad.
Una de las dificultades que suele darse frecuentemente, tanto en los pacientes, los familiares e incluso algunos médicos, se refiere a la creencia errónea de que es normal que luego de un diagnóstico de cáncer, la persona se sienta ‘depresiva’. Por lo general, la afección del estado de ánimo es un signo claro de que algo está amenazando la vitalidad del organismo, y la afección se siente tanto a nivel físico como a nivel psicológico. Si bien suelen aparecer sentimientos de desesperanza y desolación en la mayoría de los pacientes, si estos se mantienen a lo largo del tiempo, debería evaluarse a través de diferentes técnicas la posibilidad de detectar un trastorno depresivo concomitante con la enfermedad. Los síntomas somáticos de la depresión, como la anorexia, el insomnio, la fatiga y la pérdida de peso, muchas veces son confundidos con los síntomas propios de su enfermedad y por ende son pasados por alto.
Es fundamental poder estar atentos a las respuestas emocionales del sujeto, dado que en el caso de que los síntomas se mantengan y evolucionen, puede dar como consecuencia una baja adherencia al tratamiento médico, sumado a una baja en la calidad de vida, deterioro de las relaciones sociales y laborales, mayores tiempos de estadías en centros de salud, y resultados médicos desfavorables, incapacidad de ocuparse de uno mismo, e inclusive en algunos casos, la presencia de ideas suicidas, o planes para llevar a cabo un suicidio.
Socioculturalmente, y aunque la ciencia ha dado grandes avances en su lucha, el cáncer aún es visto por muchos como una enfermedad con pocas o nulas posibilidades de curación, y es por este motivo que su diagnóstico suele producir un impacto emocional mayor que otros diagnósticos clínicos. Lo importante a aclarar es que así como no hay dos personas iguales, no hay dos cánceres iguales y por lo tanto, tampoco se comportan del mismo modo, es importante que sea consciente el paciente de esto, ya que el tipo de afrontamiento que el sujeto tenga en el proceso de su enfermedad puede influir en la evolución de ella.
Algunas de las consecuencias que más temen los pacientes diagnosticados con cáncer se refieren al estigma de ser portador de esa enfermedad, temores, percepciones y síntomas asociados a ella, así como también morir de manera dolorosa, o si se sobrevive, temor a la incapacidad que genera la enfermedad y/o dependencia que produce, tener alteraciones en su apariencia física, experimentar cambios en las funciones de su cuerpo y perder la compañía de las personas allegadas, entre otras. Es por eso que hacer frente al diagnóstico de cáncer implica diversos desafíos: adaptación al cambio, re-evaluación de la vida, establecer nuevas metas y objetivos, aceptar pérdidas y seguir adelante a pesar del diagnóstico.
Se considera que un tratamiento psicológico especializado y focalizado en la temática, donde se refuercen la adquisición de herramientas para hacer frente al diagnóstico y a la enfermedad, puede colaborar a mejorar los síntomas emocionales negativos y colaborar con la adhesión al tratamiento, así como también aliviar el malestar psicológico y permitir al sujeto a que cree un espacio para él, dónde pueda expresar sus miedos y ansiedades con total libertad y libre de prejuicios. En última instancia lo que se busca mediante el tratamiento psicológico es una adaptación a la situación, que incluye el involucramiento activo y continuo en las actividades cotidianas, la habilidad para aceptar algunas alteraciones en los roles vitales, la capacidad para regular el malestar emocional, entre otros.
Es entendible que se presenten temores ante un diagnóstico de este tipo, lo importante es no quedarse paralizado por él. Mi invitación es que luego del shock inicial, se evalúe la posibilidad de buscar algún tipo de apoyo que colabore a sobrellevar la situación.

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