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3 DE ABRIL DE 2007 | CLÍNICA DE NIÑOS

Función paterna contemporánea: ¿Hay dos sin tres?

El presente trabajo se basa en observaciones clínicas de pacientes niños y adultos en los cuales puede apreciarse una función paterna “insuficiente”. Pensar acerca de esto en sujetos no psicóticos resulta una tarea más compleja, ya que aquí no se hará referencia a un significante forcluido, sino a casos donde podría inferirse una castración simbólica fallida.

Por Mariana Gilbert - Elisa Canelo
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Se reconoce que la función paterna siempre falla, es decir, el padre es siempre en algún aspecto un padre discordante en relación con su función.

Si bien en los casos mencionados (Jóvenes y adultas mujeres atendidas en el hospital por un lado; niñas y niños atendidos en el centro de salud), se observa cierto acceso al orden simbólico, podrían encontrarse algunas dificultades importantes en cuanto a la instalación de la triangularidad.

Desde la óptica de Lacan, la metáfora paterna logra reprimir el deseo materno en tanto ella acepta la prohibición del incesto. Mientras que el niño, por su lado, acepta la castración simbólica que efectúa el padre al separarlo de la madre. En tanto el padre es el portador del falo, permite que el niño deje de ser el falo de la madre. Pero esto no siempre ocurre así.

Para Winnicott, desde el comienzo el padre actúa como protector de la díada madre-bebé, permitiendo que la madre funcione como sostén de dicha díada. Más adelante es también el padre quien debe contribuir al movimiento de separación entre ambos.

A partir del tratamiento de dichos pacientes, fue frecuente observar:

  • Una situación caótica familiar
  • La ausencia de límites impuesto por la estructura parental y falta de registro de dicha situación.
  • Un escaso cuestionamiento de conductas familiares disfuncionales, que además, son vividas con naturalidad.
  • La indiscriminación de roles familiares
  • Figuras paternas física y/o emocionalmente con escasa presencia.
  • Madres con características narcisistas
  • Tanto en niños como en adultos se registra un vínculo madre-hijo muy fuerte que excluye a cualquier otra persona.
  • Características intrapsíquicas del paciente como fragilidad del yo y una demanda de presencia constante del analista.

    Con respecto a la estructura parental específicamente, en muchos de estos pacientes, tanto niños como adultos, se observan madres con características narcisistas; omnipotentes, omnipresentes, con pensamiento polarizado (“todo o nada”), entre otras. A si mismo, estas mujeres han tenido madres con características similares.
    Es esperable que el padre esté presente en el deseo de la madre, pero además es muy importante el papel que el padre juega activamente por sí mismo. Es decir, él debe renunciar a una “ilusión”, la de ubicarse como hijo en relación con su mujer que ahora deviene en madre. Debe renunciar a su condición de hijo transformándose en un hombre que con su deseo sexualizado por su posición masculina, reclama la condición de mujer de su pareja.
    Dicho proceso vincular, el cual daría cuenta de una constitución psíquica más saludable, no se observaría en los casos mencionados. Es decir, por un lado, la madre presentaría serias dificultades para permitir que un tercero entre en dicho vínculo privilegiado. Por otro lado, íntimamente ligado a lo anterior, se han encontrado padres que no han podido rescatar al niño de esa unión con su madre. De esta manera el atravesamiento del Edipo de dichos pacientes no ha sido satisfactorio.
    Una niña de diez años en la sesión toma hilo y hace que la analista gire hasta quedar completamente enrollada, cuida de no lastimarla en la zona del cuello aunque la sujeta bien fuerte. Mientras hace esto se sonríe con cierta expresión de goce en su rostro. Luego trata de desenrollarla frenéticamente y pide a la analista que haga lo mismo con ella. Podemos observar un mecanismo de control importante en este juego donde la niña intenta representar su ansiedad en relación a una madre muy narcisista que convierte a su hija en una especie de apéndice de ella. Cabe aclarar que el rol del padre en esta familia se halla un poco desdibujado debido a cierto tono depresivo que posee este hombre.
    Otra paciente de siete años con la cinta adhesiva intenta repetidas veces sin poder lograrlo (esto llama la atención porque en general posee muy buenos recursos), juntar las asas de dos tazas, luego a dos soldaditos y por último enrolla a dos corderitos quedando estos bien unidos, sin posibilidad de moverse. Esta niña tiene una enfermedad congénita muy compleja donde su madre debe llevarla continuamente a controles médicos además de proporcionarle ciertos cuidados. Se trata de una familia donde el padre pasa muchas horas fuera del hogar debido a su trabajo. En este juego se observa cómo la tarea de representar esta unión diádica con su madre se vuelve angustiante y la pone de mal humor, pues podemos pensar que en forma ambivalente esta niña siente bronca hacia este objeto de quien depende en demasía, quedando atrapada en ese vínculo.
    Puede decirse además, que en la mayoría de los casos, los padres de los pacientes permanecerían ubicados como hijos de su pareja, lo cual daría cuenta a su vez, de su propio Edipo mal resuelto.
    Esto puede cristalizarse también con breves descripciones clínicas de pacientes adultas: Una paciente joven, mencionaba habitualmente que su padre “era un hijo más”. Sus padres estaban separados hacía un par de años y vivían en diferentes domicilios. A pesar de esto, este hombre llamaba por teléfono a su ex mujer para pedirle permiso para ir a la cancha con sus amigos. La paciente temía que su padre “hiciera cualquier cosa” y sentía que lo tenía que cuidar, ya que relata episodios donde encontró a su padre tiñéndose el pelo de colores poco convencionales y realizando otras conductas bizarras.
    Dichos padres reflejaban principalmente, dificultades para transmitir la legalidad en sus respectivas familias. Vale decir: presentaban inconvenientes para imponer límites observándose entonces, escenas de abuso, conductas promiscuas, escenas de descuido por parte de los padres hacia sus hijos, las cuales llegaban a poner en riesgo a éstos.
    Otra paciente adulta, quien vivió frecuentes abusos sexuales de parte de un familiar cercano en su propia casa, relata de una manera desafectivizada el acto sexual de su madre con uno de sus amantes en la cocina de su casa. En su discurso el padre no aparece. El único papel que le adjudica es de “muy enamorado” de su madre, que “no le importaba lo que ella hacía”. También es habitual la referencia de padres que consumían alcohol y por lo tanto, se ausentaban, con los cuales no se podía hablar dado su estado de ebriedad y desinterés generalizado.
    Puede decirse entonces que algunos de estos padres se alejaban de sus hogares a través de conductas adictivas en general, relaciones extra matrimoniales, sobrecarga de horarios de trabajo y a través de la separación física. O simplemente no ejercían adecuadamente su función por presentar algún tipo de psicopatología, como es de suponerse en el caso de la adulta joven anteriormente citado.
    Estas cuestiones hacen pensar en una función paterna “insuficiente”. Padres que no operarían adecuadamente como portadores del falo, de la ley, es decir, implantando un orden simbólico e introduciendo a sus hijos a una verdadera triangularidad. En consecuencia, el Superyo de estos pacientes sería poco maduro; no seria totalmente normativizador. No constituiría una instancia moral tal como lo definió Freud.

    Reflexiones acerca de la relación terapéutica

    Estos pacientes en análisis tienden a minimizar estas situaciones desordenadas. Muchas intervenciones del analista apuntarían a introducir algunas preguntas en relación con esto. Luego de un tiempo al producirse, en el mejor de los casos, algún tipo de cuestionamiento, surgiría en los pacientes, reacciones de enojo, bronca hacia sus figuras parentales y hacia el analista. Cuando la bronca se dirige hacia el analista, se vería reflejada en transgresiones del encuadre como ausencias reiteradas, retrasos, negación a hablar en sesión sobre temas relevantes, entre otras resistencias que impiden la prosecución del análisis, funcionando como obstáculo. Si esto es llevado al extremo, provocaría la interrupción del tratamiento.
    Con estos pacientes muchas intervenciones analíticas apuntarán solo a señalar dicha relación familiar caótica; a la instauración de cierta legalidad para recién en un segundo tiempo hacer interpretaciones que apunten a un nivel más profundo. Esto estaría relacionado con cierto déficit simbólico en su estructuración psíquica.

    A modo de conclusión

    Partiendo de la clínica contemporánea, puede apreciarse que muchas veces encontramos dos sin tres. En esta modalidad familiar cada miembro de la pareja parental tiene su responsabilidad en la interacción vincular que crea. Desde un lado una madre que no quiere resignar esa mágica unión, excluyente de terceros, con su hijo, y por otro lado, un padre que no logra atrancar de un modo esperable el deseo de la madre. Es así como se refleja una falla en la transmisión de cierta legalidad. Existiría además una dificultad de éste último, para resignar una posición infantil, lo cual lo llevaría a permanecer en el lugar de hijo.
    Dado los tiempos que corren, las cuestiones sociales favorecen este tipo de vínculos. Evitaciones a través del exceso de trabajo, de las adicciones y la aparición de mujeres jefas de hogares, hacen que el varón quede en un segundo lugar. Sin embargo, lo social influye pero no es lo determinante. Es decir; si bien dichas cuestiones inciden en este modo vincular, no son determinantes por sí mismas, sino en estrecha relación con la singularidad de cada miembro de la familia, con las características psíquicas y relacionales descriptas en este trabajo.

    Lic. Mariana E. Gilbert es Psicóloga concurrente de 4º año, Serv. de Psicopatología, Hospital J. M. Penna, equipo de adultos. Cap. Fed.

    Lic. Elisa I. Canelo participa del Servicio de psicología clínica de niños con base comunitaria. Prof. Sara Slapak. Sede Regional Sur Avellaneda (U.B.A)Docente de la materia Psicoanálisis Escuela Inglesa. Prof. Slapak. U.B.A


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